lunes, 8 de julio de 2013

Abulbeca el Rondí

   Abulbeca fue un poeta andalusí originario de Ronda. Su nombre en árabe sería Abu-l-Baqa-s-Salah ar-Rundí.

   Me fascina una de sus composiciones: la qasida por la pérdida de Sevilla.
También conocida como lamentación o coplas por la pérdida de Sevilla, o de al-Ándalus.
O también por su primer verso: "Cuanto sube hasta la cima".
Este primer verso es el de la traducción española hecha por Juan Valera de forma magistral, en el mismo metro que las celebérrimas coplas de Jorge Manrique.
Aparece en esta qasida de forma desgarradora el tema literario y filosófico del ubi sunt? Jorge Manrique lo decía así: ¿Qué se hizo el rey don Juan? Los infantes ¿qué se hicieron? Abulbeca decía Ayna-l-muluk?, ¿dónde están los reyes del Yemen y del Irán...?

   También es un estupendo ejercicio de cambio de punto de vista, pues se trata de un lamento desde el lado de los musulmanes españoles vencidos por los cristianos. La llamada de socorro va dirigida a los otros reyes y guerreros ubicados en el continuum islámico que se extiende por todo el norte de África hasta Asia. Las referencias culturales que evoca Abulbeca provienen del Oriente, no de Europa. El efecto que ejerce en nuestro espíritu es el de viajar hacia otra mentalidad y otras geografías. La belleza sublime consiste en que se trata de un español medieval de un ámbito cultural diferente, traducido por un español del XIX, con una métrica española del XV. Una creación literaria estremecedora y muy poderosa. Tanto que en la última parte promueve la guerra santa para recuperar el territorio perdido.
   De todas maneras, a mí me arrebata uno de los versos más dulces y delicados: Allí doncellas gentiles, que al andar perlas y flores esparcían..., como si resumiera y evocara todos los perfumes y lindezas de los cuentos orientales. Sólo que en aquella época el Oriente estaba aquí mismo en España, como testimonian los palacios de ensueño de la Alhambra, y yo lo siento muy dentro, en la propia médula. Es una geografía intangible del espíritu, que incluye épocas pasadas y espacios quiméricos de la imaginación, pero con eso y todo forma parte real y tangible de la sustancia de una persona actual, como soy yo.

He aquí la traducción de Juan Valera; donde dice España entiéndase al-Ándalus:


Cuanto sube hasta la cima
Desciende pronto abatido
Al profundo.
 
 ¡Ay de aquel que en algo estima
El bien caduco y mentido
De este mundo!

 
En todo terreno ser
 Sólo permanece y dura
El mudar. 

Lo que hoy es dicha o placer
Será mañana amargura
Y pesar.

 
Es la vida transitoria
Un caminar sin reposo
Al olvido; 

Plazo breve a toda gloria
Tiene el tiempo presuroso
Concedido.
 

Hasta la fuerte coraza,
Que a los aceros se opone
Poderosa,

 Al cabo se despedaza,
O con la herrumbre se pone
Ruginosa.
 
 *

Con sus cortes tan lucidas,
Del Yemen los claros reyes
¿Dónde están? 

¿En dónde los Sasanidas,
Que dieron tan sabias leyes
Al Irán? 


Los tesoros hacinados
Por Karún el orgulloso
¿Dónde han ido?  

De Ad y Temud afamados
El imperio poderoso
¿Dó se ha hundido?
 

 El hado, que no se inclina
Ni ceja, cual polvo vano
Los barrió, 

Y en espantosa ruina
Al pueblo y al soberano
Sepultó.
 

Y los imperios pasaron,
Cual una imagen ligera
En el sueño;

De Cosroes se allanaron
Las alcázares, do era
De Asia dueño.
 

Desdeñado y sin corona
Cayó el soberbio Darío
Muerto a tierra. 

¿A quién la muerte perdona?
¿Del tiempo el andar impío
Qué no aterra?
 

¿De Salomón encumbrado
Al fin no acabó el poder
Estupendo? 

Siempre del seno del hado
Bien y mal, pena y placer
Van naciendo.
 

Mucho infortunio y afán
Hay en que caben consuelo
Y esperanza; 

Mas no el golpe que el Islam
Hoy recibe en este suelo
Los alcanza.
 

España tan conmovida
Al golpe rudo se siente
Y al fragor, 

Que estremece su caída
Al Arabia y al Oriente
Con temblor.
 

El decoro y la grandeza
De mi patria, y su fe pura,
Se eclipsaron; 

Sus vergeles son maleza,
Que su pompa y hermosura
Desnudaron.
 

Montes de escombro y desiertos
No ciudades populosas,
Ya se ven;
 
 ¿Qué es de Valencia y sus huertos?
¿Y Murcia y Játiva hermosas?
¿Y Jaén? 
 

¿Qué es de Córdoba en el día,
Donde las ciencias hallaban
Noble asiento,

Do las artes á porfía
Por su gloria se afanaban
Y ornamento?
 

¿Y Sevilla? ¿Y la ribera
Que el Betis fecundo baña
Tan florida? 

Cada ciudad de éstas era
Columna en que estaba España
Sostenida.
 

Sus columnas por el suelo,
¿Cómo España podrá ahora
Firme estar? 

Con amante desconsuelo
El Islam por ella llora
Sin cesar.
 

Y llora al ver sus vergeles,
Al ver sus vegas lozanas
Ya marchitas,
 
Y que afean los infieles
Con cruces y con campanas
Las mezquitas.
 

En los mismos almimbares
Suele del leño brotar
Tierno llanto. 

 Los domésticos altares
Suspiran para mostrar
Su quebranto.
 

Nadie viva con descuido,
Su infelicidad creyendo
Muy distante, 

Pues mientras yace dormido,
Está el destino tremendo
Vigilante.
 

Es dulce patria querida
La región apellidar
Do nacemos; 

Pero, Sevilla perdida,
¿Cuál es la patria, el hogar
Que tenemos?
 

Este infortunio a ser viene
Cifra de tanta aflicción
Y horror tanto; 

Ni fin, ni término tiene
El duelo del corazón
 Y el quebranto.

 *

Y vosotros, caballeros,
Que en los bridones voláis
Tan valientes, 

Y cual águilas ligeros,
entre las armas brilláis
Refulgentes;
 

Que ya lanza poderosa
Agitáis en vuestra mano,
Ya en la oscura 

Densa nube polvorosa,
Cual rayo el alfanje indiano
Que fulgura;
 

Vosotros que allende el mar
Vivís en dulce reposo,
Con riquezas 

Que podéis disipar,
Y señorío glorioso
Y grandezas;
 

Decidme: los males fieros
Que sobre España han caído,
¿No os conmueven? 

¿Será que los mensajeros
La noticia a vuestro oído
Nunca lleven?
 

Nos abruman de cadenas;
Hartan con sangre su sed
Los cristianos. 

¡Doleos de nuestras penas!
Nuestra cuita socorred
Como hermanos!
 

El mismo Dios adoráis,
De la misma estirpe y planta
Procedéis;

¿Por qué, pues, no despertáis?
¿Por qué á vengar la ley santa
Nos os movéis?
 

Los que el imperio feliz
De España con alta honra
Sustentaron, 

Al fin la enhiesta cerviz
 Al peso de la deshonra
Doblegaron.
 

Eran cual reyes ayer,
Que de pompa se rodean;
Y son luego 

Los que en bajo menester,
Viles esclavos, se emplean
Sin sosiego.
 

Llorado hubierais, sin duda,
Al verlos, entre gemidos,
Arrastrar 

La férrea cadena ruda,
Yendo para ser vendidos
Al bazar.
 

A la madre cariñosa
Allí el hijo apartaban
De su amor; 

¡Separación horrorosa,
Con que el alma traspasaban
De dolor!
 

Allí doncellas gentiles,
Que al andar perlas y flores
Esparcían, 

Para faenas serviles
Los fieros conquistadores
Ofrecían.
 

Hoy en lejana región
Prueban ellas del esclavo
La amargura, 

Que destroza el corazón
Y hiere la mente al cabo
Con locura.
 

Tristes lágrimas ahora
 Vierta todo fiel creyente
Del Islam. 

¿Quién su infortunio no llora,
Y roto el pecho, no siente
Del afán?

 

 

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